Aunque el cliente esté surtido, no tenga necesidad actualmente de tus productos o servicios o pase por una situación en la que no se puede permitir hacer la compra, vete a verle.
Hay que dejarse ver y caer de vez en cuando por los clientes aunque no tengas una excusa clara. Puede que esa visita sea el la mecha que encienda el fuego de una relación comercial más estrecha.
Una propuesta inesperada por parte del cliente y muy provechosa para ambos, una información que haga cambiar una estrategia determinada o la declaración de una necesidad que puedas satisfacer con tu gama de productos actual y en la que anteriormente no habíais caído en la cuenta. Cuando visitas a tus clientes siempre pasan cosas.
El planteamiento correcto, desde mi punto de vista, sería establecer la frecuencia de visitas a realizar en función de la importancia del cliente y seguirlo fielmente aunque no dispongamos de algo concreto que ofrecerle.
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